Pensamientos emancipatorios y la lucha contra el adultocentrismo

Las movilizaciones sociales y políticas dentro los procesos constituyentes y post constituyentes en América Latina han sido la base de la transformación de nuestros Estados, estás movilizaciones surgen con un mandato esencial: la recuperación de nuestra memoria histórica, de nuestros territorios, de nuestras identidades plurinacionales y lingüísticas y contra modelos de opresión como el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado.

Pero en este contexto, pensar en la niñez desde un enfoque plural, diríamos pensar en las “niñeces” desde otra perspectiva, es fundamental, porque el adultocentrismo, también es un sistema de opresión y supresión de derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes a partir de la inequidad generacional.

Y entonces: ¿Por qué no hablamos desde las sociedades hasta las comunidades, desde los medios de comunicación al Estado, desde la academia hasta las familias del adultocentrismo? ¿Por qué las revoluciones democráticas y culturales, no integran la voz de las niñas, niños y adolescentes?

Pienso y siento que la respuesta se circunscribe de alguna manera, a que el adultocentrismo cuestiona los privilegios del mundo adulto, ese “privilegio” al momento de enseñar en las aulas, al momento de poner medidas “correctivas” en las familias, al momento de gobernar  y prescindir de las voces y el protagonismo de las niñas, niños y adolescentes; y esto en definitiva, nos lleva también a cuestionar las relaciones intergeneracionales, basadas en jerarquías de poder en las que se sustentan los mecanismos adultocéntricos de control, represión y supresión de derechos de la niñez.

A propósito del 12 abril, el “Día de la Niña y el Niño Boliviano”, día en el que la atención de los medios de comunicación, del Estado en todos sus niveles e incluso de la oferta del mercado está puesta en ellas y ellos, de manera simbólica, es importante resignificar la fecha, desde una visión crítica y un pensamiento emancipatorio y esto no solo es necesario, sino imperativo para la profundización de los mandatos sociales y políticos y, sobre todo, de las luchas emancipatorias en nuestro Estado.

Hemos visto recientemente, con una alegría profunda, como Gabriel Boric, Presidente de Chile, ha manifestado más de una vez que la construcción de este nuevo Chile, viene de la mano de las niñas y niños. “Aniñar” la mirada de un Estado, desde un sentido de integración de los históricamente excluidos, como una promesa de gobierno, es un hito histórico, una esperanza para la región y más aún si se les reconoce como sujetos de derechos y actores de desarrollo en sus propias familias, comunidades y de un Estado.

Ya en algún momento, el expresidente de Uruguay, José Mujica, priorizaba en su gobierno a las niñas y niños más pequeños comprendidos en la Primera Infancia, con acciones concretas de inversión pública y llamaba a la región a unirse en torno a las niñas y niños, cuando claramente decía: “Siento la necesidad de que el país entero abra una carpeta rotulada Primera Infancia, con tinta roja, pues en este asunto de la primera infancia, lo que se necesita no son palabras sabias, sino una civilizada revolución”.

Bolivia, ha avanzado en el proceso post constituyente, como Estado Plurinacional, en la construcción de nuevos paradigmas, a partir de los principios ético morales, reconocidos en nuestra Constitución Política del Estado, principalmente en el principio enmarcado en el “vivir bien” y de la movilización social anticolonialista, antipatriarcal, pero es hora de mirar la lucha adultocéntrica, como base de este momento histórico.

De ahí que es fundamental, integrar a las luchas emancipatorias de los Estados, la lucha contra el adultocentrismo, bajo una fuerza vinculante, que observe e integre los saberes ancestrales de las comunidades indígenas y de sus formas de organización, y el reconocimiento de nuestra diversidad, para plantear una alternativa contra hegemónica, que solo piensa e imagina a una niñez urbana, escolarizada, con acceso a internet, con un sistema de cuidados institucionales privados, que solo habla español y que vive en familia.

Los vestigios coloniales aun fuertemente arraigados en nuestro país y las relaciones capitalistas y patriarcales, han diseñado una sola forma de entender la niñez y la adolescencia, y aquí radica el verdadero desafío, para plantearnos la necesidad de reflexionar una lucha auténtica contra el adultocentrismo, basada en un horizonte emancipatorio y esto sólo será posible a partir de diálogos plurales no por la niñez, sino con la niñez, diálogos que promuevan la interpelación a las estructuras del poder adulto, de las narrativas hegemónicas que sostienen aún los medios de comunicación, donde las niñas y niños, no existen, sino como titulares o contenidos amarillistas y estereotipados, diálogos y reflexiones respecto al rol conservador de las iglesias dentro un Estado laico, que mantiene a las niñas y niños sin la posibilidad del ejercicio efectivo de sus derechos humanos.

Bolivia, ha integrado como principio importante en su refundación como Estado Plurinacional, la descolonización, como mecanismo transformador de los contextos sociales y culturales, que nos permiten como Estado, reorientar las condiciones estructurales de dominación planteadas por el sistema capitalista, y a cuestionar e interpelar al patriarcado desde el mundo adulto de las mujeres, que es una lucha cotidiana. Ahora, imaginen lo difícil que puede ser la cotidianidad para una niña o una adolescente mujer, cuyas vidas, cuyos cuerpos y destinos además se enfrentan a la hegemonía de lo adulto, de lo masculino, de lo blanco y de lo urbano.

Por tanto, hoy 12 de abril, quienes sostenemos un compromiso con las luchas emancipatorias en nuestro Estado, debemos caminar con un sentido profundo de rebeldía individual y social, que apueste a dejar a un lado nuestros privilegios como adultas y adultos y construir y demandar relaciones intergeneracionales con las niñas, niños y adolescentes, desde un protagonismo de ellas y ellos, no como una concesión, sino como un real y necesario proceso a partir de pedagogías críticas y autocríticas.

La jerarquía social, alentada por el sistema capitalista y patriarcal de las personas adultas en relación a las niñas, niños y adolescentes, como un ejercicio de poder hegemónico, hoy los está matando, los viola, los cosifica y los deja en impunidad, frente a una administración de justicia clasista, patriarcal y adultocentrica.

Los sistemas de dominio se fundan en organizar los roles de la sociedad, conforme al género, a la edad, a la pertenencia a una determinada clase social o económica, entre otros, que edifican una prelación de privilegios sociales, culturales y económicos, esta visión se transmite también en las relaciones intergeneracionales, por tanto, hay que reflexionar y profundizar de una manera importante y sostenible en lo que queremos para las niñas, niños y adolescentes desde nuestro Estado Plurinacional, a la luz de nuestras conquistas sociales, desde la lucha histórica de los pueblos indígenas y de los movimientos sociales, en la consolidación de un Estado laico y al cuestionamiento de los sistemas de opresión capitalistas, coloniales, patriarcales y sobre todo adultocéntricos.

Reflexionar desde adentro hacia afuera, desde nuestro Estado Plurinacional a la América Plurinacional, como una responsabilidad colectiva para vivir bien, que permita construir relaciones internacionales, sociales, culturales, familiares, educativas, comunitarias, desde perspectivas descolonizadoras, desde pedagogías feministas, emancipadoras y de lucha adultocéntrica, hoy y siempre serán el mejor “regalo” que podemos articular entre todas y todos para y con la niñez boliviana.

Hemos avanzado, las luchas se hacen en la calle, se hacen en comunidad, se hacen con todas y todos, a través de miradas plurales y colectivas, que recuperen nuestros valores ancestrales y la riqueza de nuestra multiculturalidad, y sobre todo desde la memoria histórica de nuestras naciones, cuyo inicio debe darse indiscutiblemente con las niñas, niños y adolescentes. 

Militar la revolución y nuestros sueños de libertad, sin que nadie se quede atrás, es reconocer que existe otra discriminación, de la que nadie habla, que es la discriminación por edad, la discriminación que viven las niñas, niños y adolescentes, ese adultocentrismo que es la eterna tiranía que los invisibiliza y no permite el ejercicio efectivo de sus derechos. 


Al no disputarse en el litigio internacional “un centímetro” de soberanía boliviana de las aguas del Silala, la resolución de la CIJ no definirá si alguno de los Estados: Bolivia-Chile ganen o pierdan; sólo resolverá dos cosas en base a las pruebas científicas hídricas (empresa danesa DHI): el estado y el uso de las aguas del Silala.

Fue una empresa anglo-chilena que construyó-mejoró el caudal (en territorio boliviano) del curso natural del Silala en base a una concesión otorgada en 1908 y revocada en junio de 1997 señalando que ese manantial es exclusivamente boliviano en base a una consultoría no pericial. Dos años después se llama a una licitación internacional para el aprovechamiento de esas aguas. Lo que motivó en el derecho internacional la demanda de Chile ante La Haya.

No se puede descartar la memoria histórica de solidez negociadora. Los avances bilaterales estuvieron proyectados en la denominada “agenda de los 13 puntos” vía diplomacia de los pueblos; a partir del reconocimiento chileno de que una empresa de ese país que usa las aguas del Silala debía pagar al menos el 50% de su uso y dejar el pago del otro 50% a un estudio conjunto. El año 2009, Chile y Bolivia estuvieron a punto de suscribir un acuerdo sobre el Silala defenestrado por un movimiento radical cívico en el sur del país.

El Silala es un manantial de bofedales que fluye aguas abajo y que, al ser canalizado artificialmente, aumenta considerablemente su caudal en el tramo que llega hasta territorio chileno. Es decir que el Silala es un río que nace de manantiales en Bolivia.

Nuestro país como suscribiente del Pacto de Bogotá y además en sujeción constitucional al mandato estatal pacifista (Art.10) promovedor de la cultura y el derecho a la paz; defiende una posición sustentada en tres argumentos: el derecho a decidir sobre el uso de los canales del Silala en su territorio en el marco de su soberanía, que esas aguas que fluyen artificialmente están sujetas a la celebración de un acuerdo y que el objeto dirimidor esté en función al estudio internacional expuesto en la litis.

Hoy es tiempo del redireccionamiento de la política exterior boliviana, no podemos continuar distrayéndonos en las disidencias, sino en las coincidencias cuando entre ambos países tenemos tantas cosas en común a más del letargo de deudas históricas, debemos contribuir al desarrollo equitativo y con pleno respeto a la soberanía de los estados. Hoy se debe apostar por las relaciones productivas.

Con estas consideraciones es probable que la resolución de la CIJ sea un fallo creativo que emita una decisión de satisfacción bilateral.


La inversión pública (IP), uno de los motores más importantes de la economía, se fortalece con un presupuesto de USD 5.015 millones en la gestión 2022, para crear, construir, ampliar y/o mejorar, proyectos agropecuarios, mercados, carreteras, terminales, hospitales, escuelas, viviendas sociales, sistemas de riego, instalaciones de agua potable, suministro de energía y campos deportivos, entre otros, con el fin generar mejores condiciones de vida de todas las bolivianas y bolivianos.


La evolución del concepto en sí de la reivindicación o “reparación integral”, que como ya citamos se encuentra desglosado en ese Art. 63.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos; tuvo y tiene una dimensión por demás amplia considerando esferas cercanas a la compensación medible (cuantificable) del efecto de la vulneración de derechos y/o garantías.


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