Los esposos Benedicta Calancho Casilla y Mateo Barrera Noa salen de su vivienda, ubicada en la zona de Pampahasi, rumbo a Miraflores, para un encuentro con lo que consideran: una nueva esperanza de vida. Son las 04.00 de la madrugada y la cita es en el punto de vacunación de la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), en La Paz.
Hace un año, superaron el COVID-19 con medicinas naturales en un panorama de incertidumbre y psicosis causado por la pandemia mundial; hoy, la pareja se siente segura y es beneficiaria de la vacuna contra el virus, al igual que más de un millón de bolivianos sobrevivientes de la primera ola que ya fueron inmunizados hasta la fecha en el país, habiendo recibido entre la primera y segunda dosis.
Benedicta y Mateo se casaron muy jóvenes en su comunidad, Apolo, por acuerdo de sus padres. Migraron a la ciudad de La Paz cuando ya tenían un hijo, hace casi 30 años. Ella se dedicó a trabajar como empleada doméstica y él a la construcción. Tuvieron dos hijos más, completando una familia de cinco miembros; felizmente, dos de ellos lograron estudiar y ser profesionales.
“Hemos venido a las 04.00, desde Pampahasi, para ganar el tiempo. Vinimos a pie, luego tomamos un auto para llegar primeros”, relata Benedicta a ABI.
Con una pollera color turquesa, su mandil floreado, una manta tejida color café combinada con negro, un sombrero blanco de ala grande y el barbijo de protección, así lucia Benedicta, una mujer de pueblo que se frotaba las manos por el frio que persistía.
“Ya me toca vacunarme para estar sanita”, dice muy sonriente, demostrando ese sentimiento de alegría porque estaba lista para recibir la dosis de la esperanza.
En esta misma fecha, hace un año atrás, se registraba en Bolivia 5.579 casos positivos de COVID-19 y 230 decesos. Salíamos de una cuarentena rígida que paralizó la economía de la población que permanecía temerosa e insegura porque aún no se tenía una vacuna para combatir esta enfermedad.
“El año pasado, en la cuarentena, me he enfermado, me dio temperatura, el olor no sentía, me bañé sólo con yerbas naturales. He tomado ajo, jengibre, eucalipto, cebolla, espinaca, brócoli, todo licuado. Mi sobrina, que es médico, me ha dado unas píldoras (medicamentos), con eso más me he sanado. Todos (de mi familia) hemos pasado”, relata Benedicta.
Mateo, de 58 años, de caminar ágil y escurridizo, cuenta que se dedica a la construcción, pero debido a la pandemia y la cuarentena rígida de 2020 dejó de trabajar, recién este año volvió a tener algunos contratos.
“Como este mes, estábamos encerrados, no había nada, justo hemos agarrado la enfermedad y nos hemos curado con las yerbas medicinales, pero otros han sufrido grave, mis vecinos han fallecido, como unas 10 personas. Estaba triste porque no había ni barbijos y nos hemos defendido con la medicina natural”, recuerda, a tiempo de expresar que “ahora, con la vacuna, vamos a estar protegidos”.
El gobierno del presidente Luis Arce Catacora hizo llegar al país vacunas Sputnik V, Sinopharm, Pfizer y AstraZéneca, entre enero y mayo. Son un total de 2,6 millones de dosis que arribaron en 12 lotes, para garantizar la inmunización.
“Todo el mundo está pasando por esta pandemia, otros no quieren (vacunarse), pero es mejor prevenir y cuidar nuestra vida”, afirma Mateo.
El proceso de inmunización
A la voz de “arrancamos”, el coordinador del punto de vacunación de la Facultad de Medicina da inicio a la jornada y las personas ingresan a los ambientes cumpliendo con todas las medidas de bioseguridad para hacer el recorrido hasta llegar a la sala de inmunización.
La atención comienza a las 08.30 y concluye a las 14.00, aunque el periodo puede extenderse, de acuerdo a la afluencia de la población.
“El proceso se inicia con el triaje, donde se hacen consultas a las personas si están con alguna enfermedad, si están con sospecha o han sufrido el COVID-19; luego pasan al consentimiento informado, un segundo triaje para control de signos vitales; luego pasan al registro nominal, se les imprime el carnet e ingresan al punto de vacunación, es inmediata la inmunización; de ahí, pasan al monitoreo donde se evalúa si presentan algún efecto secundario atribuible a la vacunación. También, se les informa los cuidados que deben tener y se retiran con su hoja de vacunación para volver por su segunda dosis”, explica la decana de la Facultad de Medicina, Ángela Alánez.
La vacunación masiva se caracteriza por tener un enfoque multidisciplinario, porque participan estudiantes y egresados de enfermería, medicina, informática, y bioquímica, que refuerzan los puntos de inmunización como parte del convenio con el Gobierno, agrega.
“La atención se brinda con los jóvenes, es que le ponen todas las ganas porque quieren salvar a todo el mundo”, afirma Alanez.
Los guerreros de mandiles blancos, como Raquel Mamani y Jassiel López, ambos bioquímicos, son jóvenes profesionales que componen el área de vacunadores y tienen muy firme su voluntad de servicio.
“Me siento feliz de poder apoyar en este tiempo de guerra y dispuesto a servir a la población, estoy satisfecha. Muchos vienen de miedo y también esperanzados por la vacuna”, afirma Raquel.
Entre tanto, Jassiel resalta el compromiso que asumen al momento de graduarse para ayudar a la población; y señala que hay que aplaudir el esfuerzo del Gobierno por implementar las vacunas. A la población que escoge las vacunas, les dice que “eso no está bien, la vacuna debe llegar a todos”.
“Vengan a vacunarse, hay las dosis, tenemos muchos puntos de vacunación, la atención es rápida, con todas las medidas de bioseguridad”, exhorta Jassiel.
Tras un aproximado de 45 minutos, Benedicta y Mateo logran pasar por todo el proceso de vacunación. Al salir de la sala de monitoreo, la pareja apura el paso para retomar sus actividades laborales. Sus ojos reflejan felicidad ante una nueva esperanza de vida.
En Bolivia, ya se aplicaron 1.371.216 vacunas Sputnik V, AstraZeneca, Sinopharm y Pfizer, entre la primera y la segunda dosis.
De acuerdo al reporte de vacunación masiva, hasta ayer, sábado, se alcanzó a 1.071.682 bolivianos y bolivianas con la primera dosis, entre salubristas, personas de la tercera edad y mayores de 50 años; mientras que la segunda dosis del inmunizante contra el COVID-19 llegó a 299.534 habitantes.
“Estoy feliz, la vacuna es para que estemos sanitos, todos debemos estar vacunados”, recomienda Benedicta.