La Paz, 30 de junio de 2024 (ABI).- Dos generales, un almirante y un civil experto en estrategia y cristiano fueron identificados como parte del círculo operativo e ideológico del golpe de Estado fallido que intentó tomar el poder en Bolivia. El general y excomandante del Ejército, Juan José Zúñiga, fue la cabeza visible de la asonada que amenazó la estabilidad democrática y el gobierno del presidente Luis Arce.
La plaza Murillo, centro del poder político en Bolivia, fue el escenario de operaciones la tarde del miércoles 26. Todo empezó pasadas las 14h30, aproximadamente, cuando de forma sorpresiva un contingente militar fuertemente armado y tanquetas blindadas con ametralladoras tomaron el control.
Todo era confusión y especulación, hasta que el presidente Arce denunció, a través de sus redes sociales, “movilizaciones irregulares de algunas unidades del Ejército Boliviano”, y poco después, rodeado de sus ministros de Estado, confirmó lo que corría como reguero de pólvora entre la población, se trataba de una intentona golpista.
No se conocía quiénes estaban en estos afanes hasta poco después de que una tanqueta forzara y rompiera la puerta de ingreso al viejo Palacio Quemado, para llegar desde ahí a la Casa Grande del Pueblo, donde estaba Arce y su gabinete de ministros.
Zúñiga, el entonces comandante de la Fuerza Aérea, Marcelo Zegarra, y de la Armada, Juan Arnez, descendieron de la tanqueta y ni bien llegaron al ingreso de Palacio Quemado les hizo frente el presidente Arce, quien bajó desde su oficina de la Casa Grande al ver lo que ocurría. Fue en ese momento en el que se identificó al círculo operativo de la acción militar.
Zúñiga era un militar de larga trayectoria y conocido por su habilidad en materia de Inteligencia y relacionamiento. De hecho, fue vinculado como parte del grupo denominado “Pachajcho”, creado durante el gobierno del expresidente Evo Morales, y gustaba de practicar básquet. Se hacía llamar “general del pueblo y líder planetario”, según reveló el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo.
La orden de la asonada estuvo precedida por sus declaraciones en contra de Morales, vulnerando la prohibición militar de deliberar, y su consecuente relevo del mando.
Acompañaban al excomandante Zegarra y Arnez. El excomandante de la Armada era el primero de su promoción con cursos de especialización e Instrucción a nivel nacional e internacional, además, ocupó cargos como Jefe de Estado Mayor General de la Armada Boliviana y Rector de la Universidad Militar de las Fuerzas Armadas “Mariscal Bernardino Bilbao Rioja”.
De Zegarra poco se conoce. Fue designado en 2022 como comandante de la FAB, cargo en el que fue ratificado en enero de 2024. A lo largo de su carrera participó en diversos cursos de perfeccionamiento, tanto nacionales como internacionales, que incluyen tácticas de vuelo avanzado, gestión militar y estrategias de defensa.
Fue el general que le dio la espalda a Zúñiga poco después de que Arce los enfrentara al ingreso del viejo Palacio Quemado, aunque no se libró de las investigaciones y forma parte de los 21 aprehendidos por el golpe de Estado.
Durante la asonada militar se vivieron momentos de tensión y hasta de enfrentamiento entre la población, que llegó hasta inmediaciones de la plaza Murillo para defender la democracia, y los militares que la tomaron trataban de mantenerla bajo su control. Hubo 14 heridos por dispararos de balines y lanzamiento de gases lacrimógenos.
Pasadas las 17h00 de ese 26 de junio terminó la toma militar, una vez que fueran designados los nuevos mandos militares, e inmediatamente empezó la investigación para dar con los autores de este hecho antidemocático. Uno de los primeros aprehendidos fue Zúñiga, poco después de estar refugiado en instalaciones del Estado Mayor de las FFAA.
Justamente Zúñiga fue el que reveló, en su declaración policial, el círculo cercano con el que operó desde el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, en la zona de Miraflores de La Paz, pero también identificó al que llamó el ideólogo de la asonada: el civil Aníbal Aguilar. Se trata de un sociólogo, docente y de amplia experiencia en planificación estratégica, innovación tecnológica y desarrollo.
“Me decía que yo debía realizar un levantamiento donde debía salir a la plaza Murillo, para tomar el poder y llamar a elecciones”, confesó sobre el papel que jugó Aguilar, un hombre que profesa la fe cristiana que, incluso, fue identificado en el teatro de operaciones del fallido golpe.
Según la pesquisa estuvo desde mayo realizando presentaciones y análisis en las oficinas de Zúñiga, actuando en calidad de “asesor personal”.
"Formuló una estrategia de levantamiento militar que implicaba la movilización coordinada de las Fuerzas Armadas hacia la plaza Murillo. La meta de esta operación era la toma del poder a la fuerza”, refiere un informe.
Este era el perfil del círculo de decisiones operativas e ideológicas de la fallida asonada golpista. Sin embargo, por las declaraciones del mismo Zúñiga, participaron otros altos mandos militares y del servicio pasivo, entre ellos el prófugo Tomás Peña y Lillo.
El presidente Luis Arce aseguró el jueves que las investigaciones deben dar con todos los autores intelectuales y el financiador del intento de golpe de Estado que pretendió romper la institucionalidad democrática.
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