A sus 26 años, el agricultor Javier Flores es uno de los sobrevivientes de la represión militar y policial del 15 de noviembre de 2019, cuando uniformados ejecutaron un operativo en la zona de Huayllani, en el municipio de Sacaba del departamento de Cochabamba. Ese día, 10 personas fallecieron y 120 quedaron heridas.
Molesto por la humillación a mujeres de pollera que cometían los uniformados, salió esa jornada a las calles junto a otros vecinos en protesta contra régimen de Jeanine Áñez y en demanda de respeto a la democracia. Sin embargo, no esperaba que las fuerzas combinadas usaran armas de fuego a quema ropa y elementos antidisturbios.
Cuando marchaba, aparecieron uniformados que tenían como objetivo dispersar la movilización. En el momento de tensión, recibió un impacto en la cabeza de un proyectil de gas lacrimógeno.
“Gracias a mi casco y a mi sombrero, sólo me dejaron ocho puntos en la cabeza”, relata el sobreviviente en entrevista con el programa Somos Democracia, una alianza de medios estatales.
Hoy, Javier vive con secuelas de esa herida. Recuerda que después de ser socorrido por sus compañeros de protesta, a quienes ayudaba antes de recibir el impacto, estuvo en una clínica donde vio a varios de los movilizados sin vida por los impactos de bala.
“Veía a mis compañeros a mi lado, heridos de bala, al otro lado igual; más allá, personas fallecidas. Recomendaba a la doctora que amo mucho a mi familia y que nunca los voy a olvidar”, relata.
“Quienes balearon e hirieron, tienen que ir a la cárcel y pagar lo que hicieron”, exigió Javier Flores a casi dos años de los hechos.







