Rodrigo Calisaya sobrevivió a la denominada masacre de Senkata en 2019, durante el régimen de Jeanine Áñez. Después de ser herido en el conflicto a sus 19 años, tuvo que evitar la atención médica oportuna por temor a ser confundido y perder su libertad. Hoy, pide justicia y dar con todos los responsables de los hechos.
El 19 de noviembre de 2019, la zona de Senkata en El Alto se convirtió en un escenario de tensión. Ese día, 10 civiles perdieron la vida y 31 quedaron heridos a causa de un operativo conjunto entre policías y militares que ejecutaron una represión contra personas que protestaban y transeúntes que solo pasaban por el lugar.
El Decreto Supremo 4078 del 14 de noviembre de 2019 permitió la participación de las FFAA en apoyo a la Policía Boliviana ante protestas que cuestionaban el régimen de Áñez. La norma establecía que los militares que participen en operativos estarán exentos de responsabilidad penal pese al uso de armas de guerra.
“Después de que me hirieron, no pude ir al hospital. Fui una semana después, porque tenía miedo. Nos decían que herido que no era tan grave se lo llevaban. Por ese motivo, no fui. Una semana estaba botado en mi cama y fui porque ya no soportaba los dolores”, dijo en entrevista en el programa Somos Democracia, una alianza de medios estatales.
Rodrigo Calisaya es vecino de Senkata y en la jornada de los hechos fue hasta el lugar del conflicto por temor a que uno de sus familiares esté entre los muertos por disparos de bala que alarmaban a la zona. Recibió dos impactos de balín en su rodilla y en su muslo que provocaron heridas profundas sin ser parte de los conflictos.
Hoy, lamenta que a consecuencia de las heridas provocadas por los balines haya destinado ahorros familiares para su curación y generado deudas económicas, pero todo el dinero destinado no fue suficiente. Su rodilla quedó dañada de por vida.
“Que se haga justicia. Todos los que hicieron este daño tienen que pagar. No voy a ser un joven normal. Ya no puedo hacer las cosas que me gustaban”, reclama.







