“Pido que se haga justicia, nadie tiene el derecho de quitar la vida a otra persona, solo Dios”, dijo David Mamani, un carpintero en aluminio que fue herido de gravedad en la masacre de Senkata y quedó con una invalidez que le impide trabajar y llevar el sustento a sus hijos.
Este testimonio fue expresado este miércoles durante el programa “Somos Democracia”, difundido por Bolivia Tv, mediante una alianza de los medios estatales: radio Patria Nueva, periódico Bolivia, Agencia Boliviana de Información (ABI) y las Radios de los Pueblos Originarios (RPO); así como radio Kawsachum Coca, TV Off y Tele Estrella de El Alto.
Mamani relató que el 11 de noviembre, él tuvo que ir a la zona 16 de julio a su trabajo, pero al llegar, su jefe le indicó que se suspendía la labor debido a los conflictos. En su retorno a casa, pasó cerca de la Ceja y un grupo de policías le disparó dos balines, uno de ellos le rompió la clavícula.
Tras caer herido, los uniformados propiciaron golpes con sus escopetas (culatazos) en la cabeza de Mamani, quien pudo escapar casi en agonía luego de rogar a los policías que dejen de torturarlo. “Me he rogado, por mis hijos”, recordó.
Un grupo de personas lo llevó al hospital San Salvador, pero no lo atendieron e incluso algunos médicos evitaron diagnosticarlo con el justificativo de que era “masista” y que cobró dinero para ir a una manifestación.
Tras ello, fue llevado al Hospital del Norte, donde estuvo internado hasta fin de año.
Mamani quedó con su brazo casi inutilizado para sus tareas de carpintería en aluminio. Dejó de trabajar y ahora se queda en su casa junto a sus tres hijos pequeños. Su esposa se dedica al comercio y sustenta el hogar.
Por todo ello, Mamani no duda en “pedir que se haga justicia”. “Nadie tiene el derecho de quitar la vida a otra persona, solo Dios”, indicó con voz baja.
Él es una de las 804 personas heridas en las masacres de Senkata, Sacaba, Montero y Ovejuyo, matanzas que dejaron 36 muertos y miles de perseguidos y torturados en el golpe de Estado de 2019.







